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ENÓLOGO O SUMILLER, ¿QUIÉN ES QUIÉN?

Es una pregunta que, para los ya iniciados en este mundo, les puede resultar más o menos fácil de contestar, pero como aquí estamos para difundir la cultura y el conocimiento del mundo del vino vamos a intentar arrojar algo de luz sobre este tema e intentar definir las competencias de cada uno de estos dos pilares que se hacen imprescindibles para primero, elaborar un buen producto y después disfrutar de él, primera pista.

Pues bien, como acabo de decir, primera pista, groso modo, el enólogo es el encargado de crear el vino y el sumiller, o sommelier si empleamos la palabra francesa, es el que se ocupa de conocer el producto acabado y darlo a conocer de la mejor manera posible.

La labor del enólogo comienza en el momento que se decide hacer un vino, es decir, cuando se decide iniciar un proyecto para elaborar un vino el primer paso que hay que dar es elegir la variedad, pues justo desde esa decisión, empieza la labor de este profesional, ya que dependiendo del tipo de uva que se elija así será el vino que obtendremos. Unas uvas nos darán unos vinos con más color, carga aromática, contenido alcohólico, taninos y así un largo etcétera y otras menos. Una vez elegida la variedad hay que realizar el cultivo de la misma, labor que deben compartir el ingeniero agrónomo y el enólogo para entre los dos sacar la mayor expresividad al racimo que posteriormente será transformado en vino.

En esa transformación es donde realmente el enólogo debe sacar lo mejor de sí y dar el do de pecho para obtener un producto insuperable. Para ello, debe conocer los métodos de elaboración que más se adaptan a la uva que está manejando en función del vino que quiere obtener.

Una vez elaborado, también debe vigilar la evolución y conservación del vino con el fin de que esta sea la mejor posible para evitar que no surja ningún defecto en este hasta que se embotelle y finalmente se expida en la bodega.

Es en este momento donde entra en juego la labor del sumiller. Seguramente mucha gente asocie el sumiller únicamente a un jefe de sala de un restaurante, labor que puede desempeñar perfectamente, pero que no es la única. Debido a la formación que hoy en día poseen pueden desarrollar su trabajo en otros muchos lugares donde pueden hacer una labor magnífica.

Un buen sumiller debe ser conocedor de todas las características de los vinos que tiene en su poder tanto organolépticas como de elaboración. Del mismo modo, debe estar al día en las tendencias y hábitos de consumo del mercado. También debe conocer el origen, evolución y trayectoria de las bodegas con las que trabaja.

Todos estos amplios conocimientos le habilitan para poder desarrollar su trabajo, no solo como jefe de sala en un restaurante, sino que puede ejercer un estupendo trabajo recomendando los vinos a tomar en una comida y realizando sus maridajes correspondientes,  como asesor de compras de grandes superficies o cadenas hoteleras, dedicarse a la impartición de cursos de cata o cursos relacionados con la divulgación de la cultura del vino, como responsable de comunicación de una bodega, como jefes de protocolo de organismos oficiales o embajadas o cualquier otra actividad que esté relacionada con el vino y su disfrute.

En resumen, como comenté al principio, el enólogo es el responsable de que la uva se desarrolle correctamente y de una vez que llega a la bodega transformarla para obtener el mejor producto y conservarlo hasta que salga de la misma. Y el sumiller es el que recibe el vino de la bodega y se encarga de conocerlo, conservarlo y ofrecérselo al consumidor de la mejor manera posible.

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